La surfista profesional internacional y embajadora Dkoko Marie-Moana Troja nos motiva a seguir nuestros sueños y ser la mejor versión de nosotras mismas, dentro y fuera del agua. Viviendo en Australia como surfista y estudiante universitaria, ella equilibra sus estudios y su carrera de surf con disciplina, dinamismo, y un gran sentido del humor.
Nos encontramos con Marie para conocer un poco acerca de su niñez isleña, su estilo de vida actual, y sus aspiraciones futuras.
¿Donde creciste? ¿Cuáles son tus mejores recuerdos como una chica surfista viviendo de isla en isla?
Nací y crecí en una pequeña isla en el Océano Indico llamada Isla Reunión. Ahí fue donde pasé la mayor parte de mi niñez antes de venirme a vivir a Australia cuando tenía 14 años. Mi madre es de Tahití, por lo que mi hermana y yo crecimos inmersas en la cultura polinesia. Mis padres ahora se mudaron de Reunión a Polinesia, que es el lugar con el cual me identifico más. Aunque yo vivo en Australia, con mis padres en Tahiti, tengo dos lugares a los cuales puedo llamar hogar.
Crecer en Isla Reunión fue increíble, y escoger mi memoria favorita es difícil (risas). El momento que recuerdo con más cariño fue cuando Papi me hizo faltar a clases porque las olas estaban buenísimas. Manejamos a la playa, deteniéndonos en la gasolinera para comprar emparedados y un paquete de M&Ms, y nos fuimos a surfear hasta que se hizo de noche en esta ola famosa llamada Saint-Leu (izquierda de ensueño). Ahí fue cuando empecé a surfear el arrecife, que era conocido como un lugar muy peligroso. Surfear el arrecife significada que mi papá confiaba en mi habilidad como surfista y sabía que yo podía manejar la ola. ¡Era muy emocionante!
¿Quién y qué te ha inspirado más en tu vida como surfista?
Mi papá siempre ha sido una figura inspiradora en mi vida como surfista. Él me empujó en mis primeras olas y es el surfista más apasionado que jamás podrás conocer. Recuerdo cuando yo era una pequeña niña, mi meta era surfear tan bien como él – no le tenía miedo al arrecife y se metía en estos tubos en puntos sin nada de agua. A mí me daba mucho miedo.
Cuando me vine a vivir a Australia, fue increíble surfear donde muchos surfistas profesionales estaban entrenando, como Stephanie Gilmore, Mick Fanning, y Jay Phillips. Surfear esos puntos y verlos entrenar me ha ayudado a desarrollarme como surfista y mejorar mi técnica lo mejor posible.
¿Qué te motivó a dejar tu casa y aventurarte a vivir en Australia? ¿Cómo son tus días ahí?
Tuve que dejar isla Reunión cuando tenía 14 años por una situación traumática con un ataque de tiburón en la isla. No nos dejaban surfear ni siquiera nadar en el mar. Con esa edad, era mi sueño convertirme en una surfista profesional. Estaba obsesionada. Me considero muy afortunada porque mis padres me apoyaron con mis ambiciones y me enviaron a Australia, donde ya vivía mi hermana mayor. Su única condición era que tenía que seguir estudiando y debía tener buenas calificaciones. Estaba siguiendo un plan de estudios desde la casa que me permitía organizar mi tiempo de estudios entre entrenamientos.
Un día normal empieza despertándome temprano, ir a surfear en la mañana, regresar para almorzar y luego estudiar en la tarde. Si tengo tiempo, voy a surfear de nuevo en la tarde. Cuando las olas están malas, estudio todo el día para así poder surfear más cuando hay buenas olas. Se requiere mucha disciplina, pero creo que me ha enseñado herramientas de vida indispensables.
¡Nos encanta tu estilo de surf fuerte y seguro! ¿Cómo empezaste a competir? ¿Qué es lo que más te gusta, y cuál es tu visión para el futuro de tu carrera se surf?
Vivir en Australia definitivamente me ayudó a empezar a competir. Australia, y más específicamente el Gold Coast, es el lugar ideal para crear este sentido de competencia. Las olas se llenan de gente, por lo que tienes que “pelear” para agarrar tus olas. También fui invitada, tan pronto me fui a vivir ahí, a unirme al club más prestigioso en la costa: el Snapper Boardriders. Cada mes ellos organizan pequeños torneos, estimulando el impulso competitivo desde corta edad. Tan pronto me gradué, quería llegar al “dream tour” de la liga profesional, por lo que empecé a competir en las “qualifying series”.
Competir me ha enseñado mucho, acerca de mí misma y el surf. He sido capaz de conocer a personas increíbles y ver lugares espectaculares. Aunque, para mí, surfear es más que 20 minutos en el agua para agarrar las dos mejores olas de la prueba clasificatoria. Muchas veces tenemos olas malas, y la calificación de los jueces puede ser muy subjetiva. Competir puede ser divertido, pero también bastante frustrante. No importa que tan duro entrenes, si durante los 20 minutos en los que estás compitiendo no te sale una ola, no puedes ganar.
Yo amo los torneos porque tengo una naturaleza competitiva, pero nada se compara al surf libre. Creo que surfear y las competencias de surf son dos cosas completamente diferentes y nunca debemos olvidar por qué nos enamoramos de este deporte en el primer lugar.
Todavía me quedan dos años más para terminar la universidad, por lo que se pondrá complicado balancear los torneos con las clases. Voy a tratar de participar en las competencias cerca de donde yo vivo pero quiero desarrollar más el lado de surf libre.
Surfear olas buenas, con tubos y empujarme a mí misma están definitivamente en mi lista de prioridades.
También tengo varios proyectos en mi mente…(risas).
¿Qué te ayudó a mantenerte centrada durante las restricciones de viaje que hubo en Australia por COVID?
Las restricciones de viajes fueron muy duras. No poder ir más allá de tu supermercado local fue desgastante. Lo que realmente me ayudó durante estos duros años fue concentrarme en la universidad y en mi surf. Soy una persona muy disciplinada. Si no tengo algo por lo cual trabajar, ya sea la universidad o entrenamiento, siento que estoy perdiendo mi tiempo. Tuvimos suerte de poder seguir surfeando durante las restricciones aquí en Australia. También soy afortunada de tener a parte de mi familia cerca de mí, mi hermana, mi cuñado y mi pequeña sobrina. Ni siquiera me puedo imaginar lo difícil que hubiese sido estando lejos de todos ellos.
¿Cómo te sientes al estar de regreso en Tahití después de 3 años lejos? ¿Qué fue lo que más extrañaste?
¡Wow! Es mágico. Primero que nada, ver a mis padres a quienes no había visto en tres años fue increíble.
En mi segundo día de regreso, fui a surfear con mi novio y mi papá en mi izquierda favorita, y fue absolutamente perfecto. Ni siquiera éramos diez personas surfeando. El agua estaba tibia, cristalina, y el sol brillaba. Todos mis sueños de los últimos 3 años se hicieron realidad.
Es difícil escoger una sola cosa que extrañé más. Mi familia es definitivamente lo primero, pero no muy lejos de las olas perfectas, un paisaje hermoso, amigos y por supuesto ¡la COMIIIDA!
¿Qué sigue en tu camino como surfista?
La época de competencias ha terminado, por lo que ahora tengo que balancear mi vida de estudiante con la de surf. Me gustaría viajar por Australia y descubrir lugares nuevos. Voy a viajar fuera de Australia en las vacaciones de mi universidad.
Y por supuesto, ¡espero surfear Pavones y explorar Costa Rica un día con las chicas Dkoko! ;)
¿Cómo describes tu relación con el mar?
Desde que era una niña, moviéndome de isla a isla (Reunión, Australia, Tahití), creo que nunca ha pasado un sólo día sin que haya visto o brincado al mar. Si me quedo atrapada en un lugar donde no he visto agua por más de 24 horas, me empiezo a sentir ansiosa. No diría que tengo una relación especial con el mar, siento que el mar es parte de mí.
Mi nombre es Marie-Moana. Moana es mi nombre Tahitiano y significa “el mar”, por lo que me gusta pensar que estaba predestinada desde el primer día. ¡Gracias Mami y Papi!
Quiero darle las gracias a Dkoko por apoyarme a crecer en mi carrera personal y como surfista este año. ¡Pude surfear en los trajes más lindos sin miedo de perderlos cuando un buen set de olas me cayera en la cabeza! ¡Gracias Dkoko!
Entrevista por Tara Ruttenberg
Fotos de surf por Luis Rocha
Fotos en Tahití por Mohea Moana